Las potencias occidentales ya están en Libia, llevando allí lo que ellos interpretan como paz y prosperidad presentada como democracia liberal.
Lo que empezó como un ejercicio revolucionario de clases medias y medias bajas por echar a un personaje del poder, muy conflictivo políticamente y socialmente hablando como es Gadafi, se ha convertido en una excusa para entrar en ese país y hacerse con el control de los recursos naturales e imponer las supuestas libertades que gozamos en occidente, es decir geopolítica pura vamos. Pero esta vez no han cometido los errores que se cometieron en la Guerra de Irak, que fue por lo mismo, pero en ese caso nadie se tragó lo de las armas de destrucción masiva como justificación para entrar en ese país por mucho que nos dijeran algunos medios de propaganda pro-occidente. En el caso de Libia, en todo un alarde de oportunismo y pragmatismo, han conseguido que muchas fuerzas supuestamente definidas como de izquierda o pacifistas, les apoyen, catedráticos como Vicenç Fisas, partidos políticos como Iniciativa per Catalunya, Esquerra Republicana o el Bloco de Esquerda en Portugal, organizaciones internacionales como Amnistía Internacional o Cruz Roja e incluso sindicatos como CCOO y UGT.
Es decir, toda una maquinaría propagandística brutal que ha dividido a la izquierda y que, lo más peligroso, se ha conseguido que la opinión pública internacional esté convencida de que esa intervención es necesaria ya que el conflicto en Libia es sangriento y se necesita actuar con rapidez.
¿Entonces que hacer con este conflicto?
El oportunismo y la hipocresía es lo peor que juega en esta Guerra, hay muchos otros países con conflictos armados en los cuales no se interviene por lógica pragmática, es decir, porque el propio conflicto les beneficia a las potencias occidentales, léase Israel-Palestina, recordemos su silencio durante el asalto israelí a Gaza y su débil condena de la sangrienta represión en Arabia Saudita o los conflictos que persisten por los recursos en Colombia, Sudán, el Congo y otros muchos.
Y que casualidad que cuando hay un conflicto en Libia, gran proveedor de petroleo de Europa, y la cosa se complica, se decide intervenir, como salvadores de la humanidad con resolución del Consejo de Seguridad de la ONU incluída, estableciendo zonas de exclusión aérea. Un doble rasero brutal. Se disfraza en este caso la intervención apelando a razones humanitarias encubriendo maquinaciones imperiales.
Y tampoco nos quieren informar los medios de propaganda occidentales de la evolución de los otros procesos revolucionarios iniciados en Egipto y Túnez, los cuales han sido, desde la caída de los dictadores, silenciados, y en donde los militares se han hecho con el poder como en el caso de Egipto y han iniciado ellos los procesos de "cambio", o el actual en Bahrein donde hay masacres y apenas se informa.
Pues bien bajo mi punto de vista, no se han estudiado otros tipos de acciones para poder paliar el conflicto y tampoco ha interesado estudiarlos. Hubieron propuestas como la mediación internacional, que fueron totalmente rechazadas y hubieron propuestas como las que se aplicaron en Suráfrica y su apartheid, que tan buen resultado dieron entonces, como realizar desinversiones, boicots y sanciones contra el gobierno de Gadafi pero tampoco ha interesado llevarlas a cabo.
En esta coyuntura pues, en donde los países de occidente han alimentado un conflicto en Libia y ahora sólo lo saben resolver por la fuerza para imponer sus intereses digo que:
- La guerra en Líbia responde a los mismos intereses geopolíticos que la de Irak.
- Que el conflicto se volverá más complejo de resolver y llevará a más muertes innecesarias.
- Que el proceso revolucionario que se inició se va a apaciguar en favor de una imposición y control armado por parte de las potencias occidentales para liderar así el proceso de transición hacia una democracia liberal como lógica del pensamiento único.
- Que se debería apoyar el proceso revolucionario en curso, dejando a los Líbios que decidan libremente que es lo que quieren ser.
Y finalmente que el sistema-mundo, que diría Wallerstein, en el que vivimos, se basa en la explotación permanente de los derechos sociales de las personas en pro de los intereses económicos y la maximización de beneficios, un mundo en, como diría Orwell, donde la guerra es la paz, sin importarnos las consecuencias sociales y políticas que esta pueda implicar, todo bajo el mando del dinero. Por ello es necesario no perder perspectiva y tener claro que el problema se encuentra en las raíces que sustentan el sistema capitalista imperante a nivel internacional y por ello es necesario ser consciente y luchar para cambiar el estado de las cosas, es decir, la estructura que sustenta el problema.
Es decir, toda una maquinaría propagandística brutal que ha dividido a la izquierda y que, lo más peligroso, se ha conseguido que la opinión pública internacional esté convencida de que esa intervención es necesaria ya que el conflicto en Libia es sangriento y se necesita actuar con rapidez.
¿Entonces que hacer con este conflicto?
El oportunismo y la hipocresía es lo peor que juega en esta Guerra, hay muchos otros países con conflictos armados en los cuales no se interviene por lógica pragmática, es decir, porque el propio conflicto les beneficia a las potencias occidentales, léase Israel-Palestina, recordemos su silencio durante el asalto israelí a Gaza y su débil condena de la sangrienta represión en Arabia Saudita o los conflictos que persisten por los recursos en Colombia, Sudán, el Congo y otros muchos.
Y que casualidad que cuando hay un conflicto en Libia, gran proveedor de petroleo de Europa, y la cosa se complica, se decide intervenir, como salvadores de la humanidad con resolución del Consejo de Seguridad de la ONU incluída, estableciendo zonas de exclusión aérea. Un doble rasero brutal. Se disfraza en este caso la intervención apelando a razones humanitarias encubriendo maquinaciones imperiales.
Y tampoco nos quieren informar los medios de propaganda occidentales de la evolución de los otros procesos revolucionarios iniciados en Egipto y Túnez, los cuales han sido, desde la caída de los dictadores, silenciados, y en donde los militares se han hecho con el poder como en el caso de Egipto y han iniciado ellos los procesos de "cambio", o el actual en Bahrein donde hay masacres y apenas se informa.
Pues bien bajo mi punto de vista, no se han estudiado otros tipos de acciones para poder paliar el conflicto y tampoco ha interesado estudiarlos. Hubieron propuestas como la mediación internacional, que fueron totalmente rechazadas y hubieron propuestas como las que se aplicaron en Suráfrica y su apartheid, que tan buen resultado dieron entonces, como realizar desinversiones, boicots y sanciones contra el gobierno de Gadafi pero tampoco ha interesado llevarlas a cabo.
En esta coyuntura pues, en donde los países de occidente han alimentado un conflicto en Libia y ahora sólo lo saben resolver por la fuerza para imponer sus intereses digo que:
- La guerra en Líbia responde a los mismos intereses geopolíticos que la de Irak.
- Que el conflicto se volverá más complejo de resolver y llevará a más muertes innecesarias.
- Que el proceso revolucionario que se inició se va a apaciguar en favor de una imposición y control armado por parte de las potencias occidentales para liderar así el proceso de transición hacia una democracia liberal como lógica del pensamiento único.
- Que se debería apoyar el proceso revolucionario en curso, dejando a los Líbios que decidan libremente que es lo que quieren ser.
Y finalmente que el sistema-mundo, que diría Wallerstein, en el que vivimos, se basa en la explotación permanente de los derechos sociales de las personas en pro de los intereses económicos y la maximización de beneficios, un mundo en, como diría Orwell, donde la guerra es la paz, sin importarnos las consecuencias sociales y políticas que esta pueda implicar, todo bajo el mando del dinero. Por ello es necesario no perder perspectiva y tener claro que el problema se encuentra en las raíces que sustentan el sistema capitalista imperante a nivel internacional y por ello es necesario ser consciente y luchar para cambiar el estado de las cosas, es decir, la estructura que sustenta el problema.
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