domingo, 12 de junio de 2011

Aventuras por Ecuador (I): Quito y el Rucu Pichincha (4696m)

Aprovechando mi estancia en Colombia y dado que tenía la posibilidad de cogerme una semana de vacaciones, aproveché para viajar al país vecino y recorrer un poco la Panamericana y los Andes.
No fue fácil llegar hasta Ecuador, pues tuve que coger un bus desde Bogotá hasta Ipiales en la frontera. En principio eran 24 horas de viaje pero un accidente en la carretera aumentó el viaje hasta las 30 horas. Si salí el día 7 de Junio a las 3 de la tarde no llegué a Ipiales hasta el día siguiente a las 9 de la noche, llegué realmente desencajado. Allí me quedé a dormir en casa de unos amigos de Elina (una compañera de la organización) y la verdad es que me trataron muy bien y me sentí muy agusto.
Al día siguiente por la mañana fui a visitar un sitio llamado Las Lajas, que es una especie de santuario construido en medio de un valle bastante espectacular.
Por la tarde ya sí, puse rumbo al paso fronterizo, sellé mi pasaporte en las dos fronteras y entré a Ecuador.

La primera población que te encuentras es Tulcán y de allí se coge un bus hasta Quito. Me costó muy barato, 4'5 dólares (en Ecuador funcionan con dólares americanos) y tardamos unas 4 horas y media.
Llegué a Quito que ya era bastante tarde, las 9 de la noche, y no tenía ningún hostal reservado, una mujer se me ofreció a acompañarme a uno por un precio razonable. Fue allí cuando conocí a un mejicano que estaba en el mismo problema que yo y nos llevaron a los dos.
Llegamos a un barrio llamado "la Alameda" muy céntrico y lleno de hostales. Nos alojamos en uno bastante cutre, pero bastante barato por 7'5 dólares.
El día siguiente lo dedicamos a visitar Quito y su centro histórico. Con el compañero mejicano había muy buena sintonía y decidimos viajar juntos. La verdad es que comparado con Bogotá, Quito es mucho más tranquilo y bastante menos contaminado, además no está tan nublado y es un poco más calido. Su centro histórico es uno de los más grandes y mejores conservados de latinoamérica y vale la pena estarse un día viendo sus calles y sus monumentos. También es recomendable subir unas cuantas escaleras y llegar hasta el parque y colina de Itchimbía a unos 2900 metros para ver las vistas sobre la ciudad.
Visitamos una escuela de artesanos (madera, hierro, costuras..), en que un profesor nos hizo una visita guiada muy interesante y finalmente fuimos al Museo de la Ciudad, el cual no estuvo mal pero dio la sensación de que le faltaba algo, pues tenía pocas explicaciones sobre el pasado de la ciudad, aunque las recreaciones de la vida pasada estaban muy trabajadas.

La comida tampoco estuvo nada mal, aunque es bastante parecida a la colombiana, aunque bajo mi punto de vista con algo más de imaginación, pues los desayunos no son sólo caldo de costilla o carne, también tienen desayunos continentales variados y platos como la fritada, el seco de chivo o la sopa la fanesca, que le dan un punto de distinción a la gastronomía ecuatoriana.
Nos cambiamos de hostal y fuimos a un hostal típico de backpackers, muy cerca del otro llamado "Revolución".

Fotos de Quito:







Al día siguiente (día 11) llegó la hora de afrontar la primera cumbre andina, el Rucu Pichincha, cercana a Quito.
Salimos pronto por la mañana a eso de las 8, para llegar a un Teleférico que nos subió en unos 10 minutos a una altitud de aproximadamente 4000 metros. Desde allí hay un buen mirador de la ciudad y de montañas cercanas, aunque no pudimos ver a los grandes colosos como el Cotopaxi o el Chimborazo ya que había algo de nubes.
De allí sale un sendero claro que te lleva hasta la cumbre de la montaña, la cual es visible toda la ruta. Teníamos por delante unos 700 metros de desnivel, que a esa altura, eran el doble de duros que subirlos por ejemplo en los Pirineos, por la falta de oxígeno.
El principio es una agradable caminata sobre páramo, con pequeñas subidas, 1 hora después se llega a un sitio más rocoso y más costoso de caminar y empiezas a bordear la cumbre, teniendo vistas del otro lado y de otras poblaciones.
Finalmente llegamos a una especie de cuello y trepamos uno 30 metros, a veces ayudándonos con las manos para alcanzar la cima de casi 4.700 metros. El tiempo se mantuvo estable, y aunque al ir ganando altitud las nubes hicieron aparición, no se quedaron, y pudimos disfrutar de un buen día con bastante sol.

Estuvimos 3 horas para subir y 2 horas para bajar y la verdad es que fue una experiencia muy positiva, me sentí muy bien a esa altura y no me entró el tan temido "soroche" (dolor de cabeza y malestar por la altitud) y en el camino conocimos a buena gente con la que compartimos la ascensión, como una pareja de un ecuatoriano y una suiza, o una mujer holandesa que finalmente no pudo llegar a la cima por cansancio.

En la cima nos estuvimos un buen rato haciendo fotos y contemplando y disfrutando de las vistas que eran espectaculares, cuando llegas a esas alturas te sientes en armonía contigo y con el entorno y de alguna manera vuelves a esa naturaleza humana, perdida por culpa de tanto desarrollo tecnológico y alienación consumista. La bajada se nos hizo un poco larga, pues eran 6 km caminando para subir y otros 6 para bajar y las piernas se empezaron a resentir.
En Quito, nos metimos una buena comilona y fuimos al hostal a ducharnos y descansar. Fue una gran experiencia.

Fotos de la ascensión:






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